Quebrada de Córdova, El Tabo, Chile.

 

El regreso
 

Es demasiado tarde para volver. El agua amenazante me cubre el pecho. La sombras ascienden por los escarpados montes y nosotros sorteamos la corriente que nos interna cada vez más cerca del mar. Nos aferramos a una vieja huella por la rivera del río. Por entre árboles añosos, cruzamos quebradas cubiertas de frondosos arbustos. Trás las espinosas ramas nos observan con sigilo culebras, zorros, liebres, ardillas y otros habitantes de estos parajes. Después de un par de horas en las gélidas aguas apenas siento las piernas enlodadas y sangrantes. Estamos perdidos a orillas del abismo. Cuando el pánico está cerca de apoderarse de mí, repentinamente, cae una llovizna sobre nosotros, y surge un magnífico arcoiris entre el sol y la luna, ambos astros iluminan el cielo al mismo tiempo.

Gaviotas y pelícanos vuelan sobre el mar para reunirse en las copas de los árboles en este atardecer de verano. El río en su desembocadura es abrazado por las imponentes olas del océano Pacifico. Jacko, mi perro, eleva su mirada profunda y constante alcanzando mi alma. Mi silencio le responde, es la voz de la ternura. Me conmuevo, el temor desaparece. Dejo que la fantasia, los sueños y los pensamientos fluyan libres hasta que fijo la mirada en un Venus brillante que nos alumbra sobre el horizonte. De pronto me envuelve la paz.

Todo huele tan bién! Me gustaría quedarme un rato largo pero ante nosotros se nos devela el camino, hemos encontrado una nueva senda a casa.
 

Jacko y yo.

 

 

Este relato describe un hecho acontecido cuando yo tenía 12 años. Un hecho dramático pero que al mismo tiempo arroja una reconfortante vivencia interior. En esas circunstancias creé las condiciones requeridas para sobreponerme al miedo y concentrarme en la búsqueda del camino de regreso. Probablemente esta vivencia extrema me dotó de las herramientas necesarias para confrontar situaciones parecidas en un futuro marcado por difícultades de distinta índole.

 

Según la teoría gestalt entendemos el mundo como un mosaico compuesto por experiencias, personas y acontecimientos. Muchos aspectos de la percepción, memoria y procesos del conocimiento son totalidades completas en si mismas y no se deben analizar a partir de los pequeños retazos que las componen.

 

Como todos los otros organísmos vivos existimos nutriéndonos del alimento que nos rodea, y éste puede ser nutritivo pero también puede llegar a dañarnos.
 

Normalmente entendemos nuestro alrededor como un fondo donde los acontecimientos especiales o experiencias afloran para situarse en primer plano. Una vez resuelta su demanda de solución es asimilada por el fondo y es sucedida por algo nuevo.

Si por alguna razón no resolvemos el problema éste entorpecerá la solución de otros problemas venideros.

 

Vivir en el pasado o en el futuro es una distorsión del gestalt. Al mismo tiempo, lo que queramos ahora y como logramos conseguirlo es lo importante, vale decir, focalizar lo esencial para de esa manera desarrollarnos y crecer.